Nadia llega hasta los Valles Calchaquíes para encontrarse con un viejo conocido: Don Eusebio Mamaní. Este gran cantor y maestro de coplas, vidalas y bagualas le enseña a Nadia sobre su canto, cual si lo hiciera con una hija.
Nadia acompaña a Eusebio a cantar en público, allí la situación se les complica, y Nadia aprende su más valiosa lección: La vidala no es solo una tradición a mantener, sino un importante legado a valorar y hacer valorar.
Su camino por los valles la lleva a María Arjona y luego Andrea Mamondez, quienes le muestran que la vidala puede darle sentido a una vida y es una forma de luchar por el presente y el futuro.
Finalmente, Doña Maxima Sequeida, una anciana coplera, compromete a Nadia más que nunca: “Usted tiene que cantar. Porque si nosotros morimos, esto se va a acabar. Ya no va a haber nadie quién cante”
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Rosselyn Marcano
2020-10-17 15:41:34
